miércoles, 29 de abril de 2009

Nada es infinito (Vega- Metamorfosis)

[Messengereando...]

- xq no actualizas tu blog???
- porque no sé con qué hacerlo!! y no tengo tiempos!!!
- una entrada sobre lo genial q te parece el nuevo cd d vega??

Pues eso. Que el nuevo disco de Vega, Metamorfosis, que salió ayer, me parece genial, sin duda el mejor disco de los tres que ha sacado hasta la fecha. Con canciones más personales, algo más rockeras, un nuevo estilo que me encanta, letras más cuidadas, menos tópicas que en sus anteriores trabajos...

Os dejo con una de las canciones que más me gusta y con la que más identificado me siento en estos momentos.

Nada es infinito.
Ésta es muy especial a nivel personal, fue la que más marcó su cadencia desde el principio, porque me duelen sus notas, porque me ayudó a levantar la cabeza, apasar página. La escribí de un tiró un triste 13 de julio de madrugada donde mi vida parecía desmoronarse como jirones de vapor. Escucharla hoy, me da fuerzas, porque nada es infinito... ni siquiera el dolor por sentir que uno no merece la pena, el dolor de oír cómo te lo dicen, el dolor de la pérdida. A mí me reconforta sentarme al piano y tocar sus notas sin para por horas, repetirme... nada es infinito.
Vega.






No te arrepientas,
sigue de frente,
saca las fuerzas de flaqueza hoy.
Sé que es difícil,
vive el presente,
guarda el recuerdo para otra ocasión.

Dejarás de preguntar qué hiciste mal.
Nada es infinito.
Puedes ver la luz en la oscuridad,
sigues vivo.

Rompe los lazos,
hazte pedazos,
ya llegará quien pegue el corazón.
Olvídalo todo y date el gustazo
de echar a codazos lo que más dolió.

Dejarás de preguntar qué hiciste mal.
Nada es infinito.
Puedes ver la luz en la oscuridad,
sigues vivo.

Puedes intentar reternorlo todo,
pero no tengo más que un simple corazón.
Alguien te dará algo más que yo.

viernes, 24 de abril de 2009

Día del Libro y de San Jorge 2009

Ayer, en el Paseo de la Independencia de Zaragoza, como viene siendo normal cada 23 de abril, no cabía ni un alfiler. No andabas, te dejabas llevar por la corriente humana. No es que pegara el sol como nunca, es que el dragón de San Jorge estaba por ahí, revoloteando y lanzando llamaradas que provocaban el exagerado calor. No es que la gente empujara por placer, es que San Jorge trataba de abrirse paso a lomos de su caballo, y claro, la gente tenía que apretujarse para dejarle vía libre. No es que todo esto fuera verdad, es que el calor hacía delirar... bueno no, lo del dragón era verdad, que lo vi.

Suerte que la tarde lo relajó todo (el dragón y San Jorge, que estarían resolviendo sus diferencias en algún lugar lejano y ya no molestaban tanto en Independencia). Ya se podía pasear con tranquilidad y ver libros, libros y libros, hojearlos y comprarlos. Y tomarte un cortado con hielo mientras los sigues hojeando. Y, ya de paso, darte una vuelta por la Feria de Artesanía y comprarte magdalenas para hojear libros mientras comes magdalenas.

Y hoy toca la resaca post-Día del Libro. Hoy es día para pasar leyendo, como cada 24 de abril.
Mi madre no era capaz de resolver un problema si no lo convertía previamente en un drama. Del mismo modo que el matemático no comprende la realidad hasta que la atrapa en una ecuación, ella no entendía una dificultad doméstica si no la transformaba en una catástrofe. Los seres humanos somos así de raros; necesitamos elaborar las materias primas -sean patatas o mercurio- para darles un uso final. No entendemos el oro, por ejemplo, hasta que lo transformamos en un colgante. Podríamos disfrutar de él tal como se encuentra en la naturaleza, pero no. Necesitamos extraerlo de la dura tierra, fundirlo, moldearlo y ponerlo a la venta. Entonces decimos: "Fantástico. Qué bello es el oro".
[...] Pongamos que se nos había acabado la bombona de gas un lunes y que el camión de reparto no pasaba hasta el martes. En principio, no era ninguna tragedia, porque a los niños nos encantaba comer de bocadillos. Incluso tenía su lado bueno, porque rompíamos la rutina. Pero ella se mesaba los cabellos e iba de acá para allá profiriendo unos alaridos que nos ponían los pelos de punta. Si mi padre intentaba calmarla, le reprochaba que él no se ocupara de esas cosas y aseguraba que era la esclava de todos nosotros, que la contemplábamos estremecidos.
[...] Yo me iba cabizbajo a la calle intentando convertir lo que había ocurrido en un producto envasado, para ver si de ese modo lograba comprenderlo. Pero todavía no lo comprendo, y eso que escribir no es más que tomar materia prima de la realidad y convertirla en literatura para hacerla más digerible.
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Juan José Millás,
Los objetos nos llaman
Seis Barral Biblioteca Breve

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miércoles, 22 de abril de 2009

Monorail, monorail, monorail

- ¿Os vais a Plaza?
- Monorail, monorail, monrail...
- ¿Qué vais a comprar?
- Monorail, monorail, monorail...
- ¿Estáis tontos o qué?
- Monorail, monorail, monorail...
- ¿Y qué van a hacer los descerebrados?
- ¡Los contrataremos como empleados!





¡Corre corre! ¡Vamos a coger el monorail!
Mierda... ¡no funciona!
¿A quién se le ocurre instalar un medio de transporte que no se puede utilizar cuando hace mucho viento en la ciudad del cierzo?
Mejor vámonos un rato de tiendas y de paso que el pesado del palo y el Everest critique la moda, las tallas, etc. Hagámonos una foto con Marilyn. Una tienda. Otra. Otra. Otra. Vámonos al otro lado. Juguémonos la vida cruzando carreteras peligrosas para llegar; de todas formas yo no quería subir al monorail, vaya chorrada.... (snif). Compremos una tienda de campaña. Mejor unos piratas de niño. ¿Dónde está la calcetinería? ¡Vámonos ya! Éste ha sido un día muy raro... ya nada más puede pasar... Cogemos el autobús y a casica.

Autobusero: ¡Voy a mirar atrás, que parece que algo va mal!
Voz popular 1: ¡No me digas que está averiado!
Voz popular 2 : ¡A que nos quedamos aquí!
Voz popular 3 : Pues yo vuelvo andando...
Autobusero: ¿Central? ¡Creo que tengo una avería! Sale mucho humo negro...
Voz cizañera 1: ¡Contaminación colórica!
Voz popular 4: ¡Qué miedo yo ahí no subo!
Voz cizañera 2: ¡La culpa de Zapatero! ¡Que dé más subvenciones!
Autobusero: Venga, id subiendo que ya está solucionado...
Voces populares: Uy no sé... yo no me fío... ¿Esto es seguro?
[Arrancamos]
Voz popular 5: ¡Huele a quemado!
Voces populares varias: Ay sí... Es verdad...
Voz cizañera 3: ¡Decidle a mi madre que la quiero!
Autobusero: ¡Bajad todos del autobús!
Voz popular 6: Ay madre, qué miedo, ¿qué pasa?
Voz cizañera 4: ¡Que va a explotar!
Voz popular 7: ¡¿Que va a explotar?!
Voz cizañera 4: Que no, que era una broma... que sólo nos cambian de bus...

¿Volveremos a Plaza?
Pues claro...
Monorail, monorail, monorail...

martes, 21 de abril de 2009

De momento abril



La Bien Querida
De momento abril

Esta mañana escuché en el jardín de tu casa
Una canción que decía algo parecido
a lo que venía pensando mientras tu leías un libro.
Y me quede sin palabras porque no tuve ni tengo el valor de decirlo
Que me hubiera casado contigo de habérmelo pedido
Y luego me he ido y me han venido de golpe las cosas que te hubiera dicho
Las cosas que nunca te digo porque siempre me pasa lo mismo

lunes, 20 de abril de 2009

Demasiadas palabras.

XII.

Remeto los silencios bajo el colchón,
como las sábanas cuando hago la cama algunos domingos.
Quedan sin volumen sobre el somier,
sobre la lámina flexible
en la que nos vomitamos anoche.
Sé que nos llueven los años a la intemperie,
porque mientras escondo los silencios
apenas pienso en ti.
Sobre los silencios también pienso poco.
Sólo los estiro como las sábanas
y dejo que se mueran de hambre.
Es un pequeño cementerio
que cultivo sobre el somier,
sobre el charco de lluvia de años,
que daorna mi caparazón de tortuga.
Alimento los silencios con demasiadas palabras.

Carmen Ruiz Fleta,
Cinco días en agosto.

domingo, 19 de abril de 2009

La primera palabra.

Se acerca el Día del libro.
He rescatado de mi estatería este libro, lleno de polvo.
[...] Así, durante muchos millones de años, los homínidos corren. Muchos son devorados por los tigres de dientes como sables, otros sobreviven. Y los supervivientes, desde hace sólo unos millones de años, se vuelven tan hábiles como para merecer llamarse "hombres".
¿Qué hacen para merecer este título? Empiezan a fabricar instrumentos, a mantener la cabeza erguida, tienen una mandíbula distinta a la de los demás simios, pueden modular el grito, articularlo, transformarlo en palabra. Son los restos fósiles del australopithecus paleojavanus los que registran esta primeras inquietantes modificaciones. El cerebro es todavía reducido, 600 cm. cúbicos, prácticamente como el de un gorila. Es pequeño pero ya está lleno de proyectos ambiciosos. En el homínido que baja de los árboles la caja craneal contiene unos 300 cm. cúibicos. En veintinueve millones de años, se dobla esta capacidad. También crece la ambición. En tan sólo medio millón de años, se dobla de nuevo, de 600 a 1400. Una verdadera explosión evolutiva.
Pero este fenómeno está ligado a un hecho singular: las dimensiones dle cuerpo no cambian. Por la ley de las proporciones, con una cabeza así deberíamos medir másd e tres metros y competir con las jirafas para alcanzar los brotes más tiernos. Pero no, seguimos siendo modestamente pequeños, sin ninguna especialización en particular. Respecto a los demás seres que la selección natural nos ha puesto al lado, somos mediocres en todo: corremos más despacio, saltamos menos alto, nuestra fuerza es irrisoria comparada con la de los osos y los tigres. Sin embargo, tenemos la espalda
recta; nuestra mano tiene el pulgar oponible, la mandíbula y la lengua trabajan juntas. En lugar de sonidos, emitimos palabras.
La obsesión de Ruben en La cabeza en las nubes es precisamente ésta: ¿cuál fue la primera palabra? Durante millones de años el hombre sólo había emitido gruñidos, ¿y qué más? ¿Qué salió, en la noche de los tiempos, de aquella boca?
Me imagino una noche feroz del plioceno. Una noche de ruidos terroríficos, de gritos, soplos, aullidos. Siento el olor fuerte y húmedo del bosque. Las estrellas están allí arriba, frías e indiferentes, como la luna. Después, la luna cede sus istio al sol, sus rayos penetran en el bosque, creando claroscuros, la humedad se evapora, se transforma en niebla y el primo de los póngidos sale de su escondete y está encantado de ver todo esto. Siente que algo le sube por la garganta, abre la boca y... y...
¿Qué sucedió? ¿Se asustó? ¿Se asustaron los demás? ¿O simplemente le contestaron? [...]
Cada palabra es una semilla
Susanna Tamaro

viernes, 10 de abril de 2009

Semana Santa.

¡Qué bien! ¡Vacaciones!

Demasiado tiempo libre; o demasiado poco si tienes que hacer un trabajo sobre el lenguaje caballeresco en el Quijote... bueno, vale, si te lo tomas tan en serio como yo te sobra mucho tiempo libre.

Y te puedes ir de paseo al monte en bicicleta aprovechando el buen tiempo, si tienes cuidado de no pillar muchos charcos de barro, y hacer algunas fotos del atardecer, siempre tan fotogénico él, fíjate...


También tienes tiempo para engancharte a una serie tan buena como es Cinco Hermanos (Brothers & sisters), y ver 17 capítulos en cinco días (seis de los cuales en una sola tarde...). Sí, sí, en serio, es muy buena... esas reuniones familiares de los Walker son tremendas...



Puedes dedicarte a leer clásicos como Peter Pan, en lugar de los libros obligados para un protofilólogo, o más poesías de Luis Alberto de Cuenca...



Puedes ver las películas que hacen en la teles por estas fechas, y darte cuenta de lo que te gusta Quo Vadis, o de que Gladiator no es tan buena como dicen.

También está el tiempo dedicado a chorradas varias.

Y hasta puedes escribir una entrada para tu blog sobre la Semana Santa, y terminar sin haber hablado sobre la Semana Santa en sí... pero es que con tanta lluvia casi ni se han oído tambores y bombos por aquí...

lunes, 6 de abril de 2009

¡Oh, no eres tú mi cantar!

La Saeta
¿Quién me presta una
escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta Popular

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Antonio Machado



sábado, 4 de abril de 2009

Más cine

Voy a comentaros las últimas películas que he visto.

La primera es Mentiras y gordas. Realmente, como película, no vale nada. Muchos personajes, muy poco o nada profundizados, que protagonizan historias de amor/sexo muy típicas y poco desarrolladas, todas ellas con un marco de tres días de fiesta en una discoteca. Si además tenemos actores que hacen fatal lo poco que se les exige (Ana de Armas y Maxi Iglesias lo único que hacen bien es enseñar las tetas y el culo, respectivamente, por que lo que son cualidades interpretativas...), y encima nos dejamos todas esas historias colgadas al final de la película, sin un final coherente con la propia historia, pues tenemos una chufa.
Y para rellenar, escenas de sexo que no son ni eróticas ni pornográficas, muchas drogas y muchos chistes que en ocasiones no hacen ni gracia, por ejemplo, lo de decirle a una chica gorda que es ancha de huesos ya está un poco visto; en cuanto a utilizar los síntomas de un drogadicto como método para provocar la risa me parece patético.
Pero quiero rescatar algo de toda esta mierda. Y es Ana Polvorosa (de Aída). Tanto la historia de su personaje de una lesbiana como su interpretación, me parecen lo único destacable de toda la película.

- Estás empapada.
- Es que está lloviendo.




Y la otra película de la que os quiero hablar es Gran Torino, de Clint Eastwood.


De esta no tengo absolutamente ninguna pega que poner. Con ese gran personaje protagonista de Walt Kowalski (Clint Eastwood), un antiguo combatiente en la guerra de Corea, con un genio muy peculiar, xenófobo y amargado, anclado en los principios de la vieja escuela. Su familia sólo lo quiere por su magnífico Ford Gran Torino. Vive solo en un típico barrio americano rodeado de inmigrantes a los que detesta. Finalmente descubrirá que tiene más en común con esos amarillos (como él los llama) que con sus propios hijos. Me gustaría destacar la sobervia interpretación de Clint Eastwood y ese final sencillamente magistral con el que Harry el Sucio se despide de su carrera como actor.
Me encantó y la disfruté como un enano. No tengo nada más que decir. No os la perdáis y ya está.